EL PREMIO NOBEL novela de Mois Benarroch (extracto)

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8.

No volví al día siguiente, ni al siguiente, temía que me tomasen por un loco, lo cual no faltaba de lógica. Debía leer ahora todos sus libros, 37 novelas, y otros de cuentos, de poesía, de ensayo, yo qué sé y era lo que menos me apetecía. Lo poco que leí de Piscis no me gustó mucho y ahora me interesaba más el personaje del escritor que se convierte en sus personajes que el escritor en sí.
Sin embargo, sin mucha premeditación, me encontré, camino al mercado, en una librería de viejos preguntando por sus libros-
- Raúl o Jorge, y hay otro, Pedro, todos Piscis, aunque me han dicho que son todos el mismo autor.
- Lo que tengas.
- Y otra cosa que he oído es que publicó unas cuantas novelas bajo seudónimos. Uno de los seudónimos parece ser que es Fon Franco. Y esa la tengo, se llama "La Bella Aguardiente".
- ¡Habrá que ser idiota para dar un nombre así a un libro!
- Voy al sótano a buscarte los libros, no es muy común que pidan sus libros, creo que el único que los compra es él… o sus familiares.
Se demoró un poco y volvió con tres libros.
"Mira, el de la bella aguardiente, no lo encuentro, tal vez mi socio lo vendió. Pero hay otro de Franco Fon, que ni sabía que estaba aquí. Es que hay tantos libros. "Este se llama El Jerseycito." No sé de qué va. Y dos de Piscis, uno firmado Raúl y otro Jorge. Segundo tomo de la trilogía de Destar: "Ki va", y otra novela "Los ojos del gato mayor".
- De esa nada sé, sí sé de la trilogía. Leí algo de eso.
- Si quiere me das tu teléfono y te llamo si aparece algo.
Pagué los libros, que no eran tan baratos, pero decidí no regatear. Es que no sé regatear. No sé.
- Una cosa más. - Dije.
- Dígame.
- ¿Quien son los que compran sus libros?
- Hay de todos, hay profesores y amas de casa…
- No, quiero decir los libros de Piscis.
- Ah… ya. Claro. Es un poco confidencial, y ya he dicho mucho. Mujeres, creo que ex-mujeres, no sé por qué, dos ex-mujeres, y un hijo, tal vez sea un hijo, de unos treinta años, son siempre los mismos, cada mes o algo así aparece uno de esos tres, nunca los tres en el mismo mes y se llevan lo que tengo.
- ¿Crees que todavía vive?
- Eso no, en los libros, en las solapas, dicen que murió hace diez años.
- Puede ser mentira.
- Todo lo que hay en los libros puede ser mentira.



9.


Me fui el fin de semana de vacaciones con mi mujer al mar rosa, lo necesitábamos, sobre todo ella, trabajaba mucho y le era más difícil porque yo no ganaba dinero. No es fácil ser mujer de escritor. Yo por mi parte me sentía culpable y por eso cada vez que tenía algún dinero lo gastaba en sorprenderla y llevarla de viaje a algún lado, de vacaciones, y entonces por eso nos quedábamos sin dinero y la situación empeoraba. El lunes me fui a la clínica de tarde, pregunte a Eva cuando acababa su trabajo y si podía tomar un café conmigo, no fui a hablar con Piscis esta vez, tenía miedo, aunque lo vi desde la recepción hablando con una enfermera, creo que decía que su chofer era un ladrón y que lo iba a despedir. Eva me dijo que acababa en una hora y que podía esperarla en el café Aromático que estaba a diez minutos andando. Que tenía una media hora y después se tenía que ir a su casa.
La esperé. Llegó puntual. Y enseguida entró en el tema.
"Ya sé lo que me vas a preguntar. Piscis no es un paciente mío pero lo que sé es que llegó hace dos años, yo solo trabajo aquí un año, así que es más o menos lo que sé, dos años y pico, y se hospitalizo por propia decisión. Los médicos no saben qué tiene, aunque el diagnostico es personalidad esquizofrénica paranoica, bueno, como la mayoría de nuestros pacientes, parece que eso dicen de todos."
- ¿Y quien paga las cuentas? Debe ser caro.
- Paga él por transferencia bancaria, debe tener bastante plata. Creo que lo firmó cuando entró en el hospital.
- Y de soltarlo.
- Ni lo pide. Parece que está bien en la clínica… Bueno es que el caso es que un día es uno y otro es otro u otra, cada día como se levanta, hay días que es encantador.
- ¿Vuelve sobre las mismas personalidades?
- Sí, a veces sí, pero nunca en días seguidos, repite bastante lo que tú viste, el de la mujer del bebé secuestrado, en esos días acaba con un sedante porque se pone insoportable, cuando es escritor o juez o algo así es muy agradable y divertido.
- Te dice algo el nombre Franco Fon.
- Puede ser, aunque él nunca se nombra, si no le preguntas está tan convencido que todos saben quién es ese día que no necesita presentarse.
Se levantó, preguntó si la invitaba al café y con una sonrisa dijo que estaba de prisa. Precisó que todo era confidencial y que nadie tenía que saber que hablamos del tema, y me hizo entender que nos podíamos ver otro día. Eva, una mujer no muy guapa, de pelo rubio y ojos marrones, un cuerpo mediano, desgastado, un tanto gorda, me dio la impresión de ser divorciada de solera.



10.

El día siguiente fui directamente a la sal y le pregunté
- Sabes quién es Franco Fon.
Ese día estaba serio y parecía un profesor de universidad.
- Claro, quién no lo sabe, es un escritor famoso, ganó un premio planeta.
- ¿Y Raúl Piscis?
- Piscis es otro escritor famoso que ganó el planeta.
- ¿Y Roberto Bolaño?
- Entrenador del atlético de Madrid.
- Muy buena. ¿Y Cesar Aira?
- Presidente de la republica Dominicana.
- ¿Y Esther Bendahan?
- Otra escritora que ganó el planeta.
- ¿Y Mois Benarroch?
- Otro planeta.
- ¿Y Adolfo García Ortega?
- Hincha del real Madrid.
- ¿Cómo se llama tu mujer?
- Pedales.
- ¿Y tu hijo?
- Magallanes.
- ¿Y tú cómo te llamas?
- Como siempre.
- ¿Y cuál es tu nombre?
- Como. Abreviación de Giacomo.
- Apellido.
- Siempre. Español para Semper, abreviación de Sempervirens, el ciprés. Que se llama Ciprés Sempervirens. Quiere decir siempre verde. Como Siempre Verde.
- Capo Verde.
- Eso. Muy verde.
- ¿Cuánto tiempo hace que estás aquí?
- Hace un rato, y ya me iba, tengo muchas cuentas que hacer, llevo la contabilidad de todo este instituto.
Se fue. Yo salí y no vi a Eva. Al pasar por la puerta principal el guardia me saludo, diciendo señor y señora.
Al andar unos pasos vi que una mujer estaba a mi lado. Joven, esbelta, atlética.
- Gracias. – Me dijo.
- De qué, bueno, de nada.
- Gracias por ayudarme a salir.
- No te ayudé en nada.
- Sí, el guardia creyó que éramos una pareja.
- Puede ser.
- Lo es. Así que te lo agradezco.
Andábamos ya hablábamos, y siguió.
- Como recompensa por lo bueno que eres si quieres me puedes follar.
Creí que no la había entendido muy bien, estaba buenísima pero con mi edad no era de las mujeres que estaban en mi radar, con propósito sexuales. Pero tal vez era otro caso psiquiátrico. Al ver mi sorpresa me dijo.
- Es que soy extraterrestre.
- Razón de más.
- ¿De qué?- preguntó ella. Estábamos acercándonos al Aromático y no me decidía si invitarla a tomar un café o no.
- No sé. Qué te parece si tomamos un café.
- Bueno.
Nos sentamos, el café, con decoración moderna fría, estaba en una esquina ruidosa. Era una mezcla de pizzería y de heladería. Nos sentamos dentro aunque hacía sol, para evitar el ruido.
- ¿Quieres un helado?- Pregunté.
- No, un café.
Pedimos dos cafés.
- ¿Sabes algo del tipo con el que hablaba en la clínica?
- Un loco más. Un poco desagradable.
- Pero tú también eres una loca más.
- No, yo soy extraterrestre.
- ¿Y de qué planeta?
- Nací aquí, hace miles de años, pero mis padres vienen de otro planeta, bueno más bien mis abuelos, aunque nos reproducimos poco, un descendiente cada mil años, y vivimos miles de años, en nuestra familia nadie ha muerto desde que nací.
- Debe ser pesado. Lo sé porque mi suegra no hay forma que se muera y solo tiene 98 años.
- No, es cuestión de acostumbrarse, ya veréis cuando ustedes viváis trescientos años, aunque no sé si os dejaremos, porque os necesitamos muertos para sobrevivir.
- Buena extraterrestre estás tú.
- ¿No comes tú pollos y vacas? Pues nosotros nos alimentamos de seres humanos, pero no te preocupes, no os comemos, lo que necesitamos es vuestras memorias. Nosotros no tenemos memoria, así que cuando alguien de vosotros muere nos apoderamos de sus memorias, por eso conservamos a vuestra raza viva, y cada uno de nosotros necesita un muerto al día, y por eso cada vez sois más. Así es la naturaleza.
- Yo soy vegetariano.
- Da igual, las plantas no son tan diferentes de ustedes, aunque no tienen memoria, no como la vuestra, y no creas que el ser humano es tan diferente de un pollo o de un ciprés,
- ¿Y cómo no se enteran de vuestra existencia?
- Se enteran, algunos, pero el ser humano no puede creer que existimos, así que no nos ven. Bueno, casi nunca. A mí me gusta jugar con eso, a los de mi raza no, no se mezclan mucho, vivimos dentro del mar, diez mil metros bajo mar, yo traigo las memorias, porque me gusta hablar con los humanos.
- ¿Pero tienes un cuerpo igual al de los humanos?
- No creas, sólo que puedo hacer que veas en mí a quien quieras, por ejemplo si voy a esa mujer que está allí la puedo hacer ver en mi el hombre de sus sueños, ¿quieres verlo?
No esperó a mi respuesta y fue a hablar con esa mujer. Yo veía a dos mujeres hablando, intercambiaron unas cinco frases, lo único que entendí era que ella esperaba a alguien pero le dio su número de móvil y toco su espalda y se veía que era una mujer enamorada de golpe, muy nerviosa, se tocaba el pelo, metía manos por el aire y se tocaba su pecho, todos en otras épocas lo denominábamos eso con las palabras: "Está para las jodas", creo que Piscis le gustaba mucho esa expresión. Es algo que nunca pude en mi vida implantar en una mujer. Me hubiese gustado, pero sólo lo he visto en otras parejas.
Volvió a la mesa y llego el macho de la mujer sola. Cada tanto nos miraba.
- Lo ves, está convencida que soy un hombre.
- O es lesbiana, o bisexual.
- Nada de eso, puedes preguntárselo.
- La bella aguardiente. – De pronto me acordé del libro de Piscis, Franco.
- ¿Qué?
- Es el título de un libro.- Me acordé del título.
- Un poco raro, ¿No? – Dijo.
- ¿Tú lees?
- Mucho. Es una forma de comer memorias. Más bien, así es más fácil digerir las memorias que absorbemos de los humanos. Es lo que ustedes llamarían un catalizador.
- Ah, sí, se me había olvidado eso.
- Mira, me tengo que ir, tengo que pasar por la morgue y los hospitales y llevar memorias a los míos. Pero si quieres mi proposición está en pie.- y se levantó y al crear un triangulo en el que me veía a mí y a la mujer de antes, viéndonos a los dos a la vez dijo
Te veo mañana.
Ni siquiera había preguntado por su nombre.


11.


Volví a casa y mi mujer estaba ya allí, no se sentía bien y no fue ese día al trabajo. Estás un poco raro, me dijo. Pero eso no tenía nada de especial, me lo decía todos los días pares, o me decía, "querido, ¡qué raro estás!" y yo le decía, "si hace más de diez años que me lo dices, ya no es raro," y ella me respondía, "Sí, pero vos estás raro." Y yo me iba a mi cuarto o a mi sótano. Pero cómo no iba a estar raro, por un lado una extraterrestre sin nombre que se quería echárseme encima, una divorciada que estaba dispuesta a follar conmigo, que viene a ser lo mismo, un escritor loco que no acababa de sacarme de la cabeza. Ya lo único que me faltaba era un narrador borracho y ya tenía la novela perfecta que ningún escritor debe escribir.
No podía avanzar en la novela que estaba escribiendo, y me sentía muy mal y muy culpable, tenía la impresión que mi deber era escribir novelas sin parar, una detrás de otra, por lo menos una al año para justificar mi falta de ingresos, así me parecía como si eso compensaba con la cuenta de banco, bancarrota, y eso a pesar de que me explicaba a mi mismo que hay que pararse y pensar y vivir para poder escribir y que uno no puede escribir sin parar. No me solucionaba mis culpas. Así que lo que hice era lo que siempre hacía: me fui a dormir temprano.
Mi mujer vino a la cama, se sentó a mi lado y me dijo que me pasaba algo raro. Me dio un beso. No reaccioné. Estaba más tieso que el hielo.

12.

A la mañana siguiente me desperté temprano y salí a la calle. Antes de que nadie se despertara en casa. Estuve dando vueltas desde las seis y media hasta las nueve cuando se abrió el aromático, me senté y pedí un café. Dijeron que tardarían un poco porque había que calentar la maquina, "Si no el café sale muy malo." Así que saqué mi lector electrónico y me puse a leer a Cesar Aira, el libro era "como me hice monja" y nadie me va a creer que fue pura casualidad que al estar en una heladería el libro empieza por helados y asco al helado de parte de un niño o una niña. Esas clases de coincidencias mejor no escribirlas en los libros aunque tienen tendencia a darse por todos lados cuando uno escribe. Eso es el secreto de los escritores para que nadie crea que están locos.
Con el café llegó también la extra. Así empecé a llamarla en mi mente, o llamarlo, whatever.
- ¿Pero qué hacés vos aquí?
- La verdad es que ni idea,- dije.- No sé, vine a pensar. No sé si voy a ver hoy al escritor personaje o a la enfermera divorciada, y en eso que te encuentro aquí, eso no lo esperaba, creí que estarías ocupada con tus memorias.
- Eso yo lo acabe hace tiempo, y ya llevé las memorias a mi raza. Todo muy bien. Estaban muy contentos. Traje muy buenas. Las mejores. ¿Sabes cual son las mejores?
- Ni idea.
- Las de los judíos, parece que cada judío lleva memorias de diez otros.
- ¿Y las peores?
- Las de los budistas, hasta hace poco, ahora hay un movimiento de los sin memorias, aunque todavía son jóvenes, aprender a no memorizar, creo que los vamos a liquidar, antes de que se multipliquen y compliquen la cosa, ya lo hemos hecho en el pasado. Nosotros necesitamos memorias.
- ¿Y los jóvenes?
- Desde los veinte años va bien, pero los bebés no dan nada, por eso hemos casi acabado con las muertes precoces, sobre todo de recién nacidos. En el siglo dieciocho hubo escasez de muertos y por lo tanto de memorias, por eso empezamos la revolución industrial, para multiplicar el número de personas, desde el final de la primera guerra mundial estamos bien abastecidos y además tenemos grandes cantidades almacenadas en caso de escasez.
Y en eso que entró la mujer de ayer.
- Yo, bueno… Yo vine a esperarla.
La mujer la miraba con deseo y estaba como un poco tonta de mirar a la extra.
- Mira qué casualidad que mi amigo estaba aquí bebiendo café. ¿Quieres sentarte con nosotros un momento?
- No, no, no tengo tiempo.
- Bueno pues vamos, - y me miro a mí muy sensualmente y me dijo – si me esperas vuelvo aquí dentro de hora, hora y media.
El libro de Aira también empezaba, por casualidad, con un personaje femenino masculino, más culino, y la extra tal vez lo era, o me estaba tomando el pelo y era Bi, simplemente, o yo también tenía la cara de tonto que tenía esa mujer enamorada que acababa de salir con la extra. ¿Quién sabe?
- ¿Quiere algo más?
- ¿Cómo?
- ¿Que si quiere algo más?
- Ya con lo que tengo encima me sobra.
- Si quiere usted otro café.
Allí me desperté de mi entresueño. ¡Qué despistado estaba! Mi mujer tenía razón que estaba un poco raro, tal vez diez y veinte años.
- Sí, sí, claro, y una medialuna.
- Tenemos medialuna con chocolate, con dátiles, con sésamo, o sin nada.
- Que sea sésamo.
Nunca había probado una medialuna con sésamo. En Irxal todo era posible.



13.

La extra volvió y me dijo que si quería podíamos ir a la casa de su amiga que estaba vacía, se fue de viaje con su marido y le dejó las llaves, La verdad es que ya no sabía si quería hacerla el amor, la última vez que lo hice con otra salí flechado hacía mi mujer, pero si era verdad lo que decía esto era otra cosa y nunca había hecho el amor con una extraterrestre.
Entramos en un chalet de dos pisos con piscina. La extra me llevó al cuarto sin dejarme pensar mucho y sin mucha introducción. Se desnudo más rápido que yo (nunca eso me ha pasado) y estaba allí tendida sin un pelo en su cuerpo. Me desnude lo mas rápido posible y antes de quitarme los calcetines la penetré con mi polla enderezada. Yo iba adentro y atrás y un poco a los lados, porque así aprendí que gustaba más, pero ella de pronto se me puso a ir de derecha a izquierda a una velocidad que yo no podía entrar y salir, es más, tenía miedo que así podía partirme la polla, y en poco tiempo eyaculé del placer y del susto. Pero antes de tenderme como suelo hacer, puso su mano y le dio mil vueltas rápidas a mi polla y de nuevo se me paró, muy fuerte, tanto que me dolía. La penetré de nuevo y ella me preguntó si me gustaría que ella estuviera sobre mí, dije que sí, aunque a mí eso no me gusta tanto, pero en vez de dar la vuelta como yo ya empezaba a tornar, me levanto todo mi cuerpo y me subió al techo. Entonces ella enderezo su cuerpo y quedó sobre mi polla dándole vueltas, ahora ya no eyaculaba, la segunda cuando eso ocurría duraba mucho, pero entonces mi cabeza se iba hacia abajo, le dije que prefería estar sobre la cama, "ah" dijo, " se me había olvidado lo de la gravedad, espero que no sea grave" bajamos, dimos la vuelta, y entonces dijo, "aquí hay algo que molesta" y en eso que se quito las piernas, no sé cómo, ni sé si se las quito, pero estaba sin piernas encima mía, con dos muñones a la altura de la cama, antes de que pude reaccionar me di cuenta que eso me daba más placer, y quería decirle que me daba miedo pero en vez de eso dije
- ¿Quién es Roberto Bolaño?
- El entrenador del Atlético de Madrid.
"No puedo más" chillé y entonces doblo un poco los muñones hacia arriba y se pudo a dar vueltas en mi polla y ya no pude más y eyaculé.
Estaba exhausto, le iba a pedir que volviera a ponerse las piernas pero las tenía ya de nuevo y ya no sabía si lo había imaginado o fue de verdad. Y en vez de pensarlo dije en voz alta
- ¿Y qué es la verdad?
- Un paquete de tampones.
No se ríó ella. Ni yo. Intentó otra vez empalmarme la polla pero esta vez no cedía. "Ahora veras", date la vuelta, y mientras lo hacía vi que tenía una polla. "Eso no, dije, eso no me gusta", "Ya verás", 


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